Por: Alexander Escobar
alexanderinquieto@gmail.com
Ahora bien, dependiendo de su estado teórico y técnico, las fechas
difieren para proponer su nacimiento. Sin embargo, diremos que el año más
acertado es el de 1895. Porque si el nacimiento del cine lo situamos de acuerdo
a propósitos intelectuales, nunca bastarán los adelantos científicos y las
propuestas estéticas para afirmar que ya lo hizo. Quizá suene exagerada la
afirmación, pero si nos detenemos en el tema de los efectos especiales, veremos
que el cine, con películas como Spiderman,
presenta una estética ligada a los adelantos de la época. En otras palabras, el
cine fantástico, aunque realizable en
décadas anteriores, solo hasta hace poco empezó a desarrollar una estética
visual sin limitaciones técnicas que la cámara y el montaje no llenaban, por
más recursivo y creativo que se fuera. Pero tal vez ello no sea tan cierto.
Dentro de algunas décadas es probable que los movimientos del Hombre Araña
parezcan efectos bizarros que sugerirán una inmadurez técnica de los efectos
especiales. Y entonces la pregunta por el nacimiento del cine volvería a
plantearse para sonrojar a algunos.
Bueno, y si esto es así, ¿entonces por qué decimos que el cine nació en
1895? Sencillo. Porque su nacimiento no lo define el desarrollo científico-técnico
ni la fundamentación teórica y estética que ahora conocemos –y que, para
nuestro agrado, se encargan de rejuvenecerlo–. No. El nacimiento del cine no se
sitúa en hallazgos posteriores a esa tarde de invierno en París cuando los
hermanos Lumière nos dieron la posibilidad de soñar con él. Por eso, sin temor
alguno, decimos que el cine nace el 28 de diciembre 1895. Porque lo hace como
un sueño. Y a partir de ahí, todo lo demás es solo la continuidad del sueño de
su público, entre los que ya figuraba el mago, y soñador de profesión, Georges
Méliès.
Palmira, Octubre 14 de 2010