Si mis amigos no son una legión de ángeles
clandestinos Qué será de mí
Raúl Gómez Jattin
Las cárceles son un buen indicador del estado de la justicia en una sociedad. En Colombia, por ejemplo, indican que siempre serás culpable si no tienes nada que vender para pagar los honorarios del abogado. Pero eso no es todo. También indican la falta de garantías para la oposición política. Yira Bolaños Arturo es testimonio de esta práctica criminal del estado colombiano.
La última vez que la vi fumar un cigarrillo, fue en el Encuentro Regional Por la libertad de las y los prisioneros políticos en Colombia Larga vida a las mariposas, nombre que recupera la memoria de las hermanas Mirabal, conocidas como “Las mariposas” y asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por oponerse a la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana. Quien no conozca a Yira, jamás podrá imaginar que pasó dos años en la cárcel, y menos podrá imaginar que fue acusaba de pertenecer al Secretariado de las Farc y de ser compañera sentimental del comandante guerrillero Alfonso Cano; incluso, cuando cuenta cómo fue absuelta de todos los cargos (por no existir prueba alguna), ríe con tal frescura que nos deja la sensación de haber asistido a una tertulia literaria.
Sin embargo, el régimen colombiano no tiene nada que se asemeje a lo literario. El 1 de junio de 2011, once días después del encuentro Larga vida a las mariposas, Yira Bolaños Arturo, defensora de derechos humanos, líder social y presidenta de la Corporación Colectivo de Abogados Suyana, nuevamente es detenida y acusada de ser integrante de las Farc. Y Yira, siempre tan literaria, con angustia infinita se dispuso a llamar a sus amigos, no porque estuviera preocupada por su captura, sino porque su perro había quedado solo y sin comida.
Del caso de Yira se supo poco durante los primeros días. Las denuncias fueron pobres, y solo una que otra organización se pronunció frente al hecho. Y el resultado no se hizo esperar: el montaje judicial se fortaleció. Tanto que el 8 de junio, una semana después, su detención fue presentada como el resultado de una operación desarrollada a gran escala. Veamos algunos titulares: “Capturados en Cali e Ibagué siete presuntos guerrilleros de las Farc” (RCN Radio), “Ofensiva policial deja 238 capturas, siete son presuntos guerrilleros” (El Tiempo), “Capturados siete presuntos carceleros de integrantes de la Fuerza Pública en Cali” (W Radio)... Algunas personas hoy rumoran que si su perro hubiese sabido escribir, de seguro esto no habría pasado.
En Colombia actualmente existen cerca de 7.500 personas detenidas por oponerse políticamente al gobierno. El silencio y desconocimiento de ello es tan desconcertante como criminal. Las y los prisioneros políticos no solo deben soportar las amenazas de muerte, los montajes judiciales y la cárcel, también deben aprender a enfrentar el señalamiento y la exclusión social, y en algunos casos, la negligencia de sus propias organizaciones que callan sin oportuna reacción.
La estrategia del gobierno no puede ser más infame. Quebrantar la dignidad y el espíritu de lucha es el fin de los montajes judiciales. Y condenar al silencio es el miedo que tratan de imponer. Por eso los montajes judiciales deben verse como lo que son, como crímenes de estado. Porque hacen de la cárcel un nuevo tipo de campo de concentración, un arma sistemática de aislamiento y de terror.
Pero bueno, ahora hagamos una pausa. Concentrémonos. Escuchemos a las mariposas aletear. Y prestemos atención a lo que dicen sus alas. Esperemos… pronto habrá claridad… ¡Por fin! ¡Ahí están sus cantos! ¡Los oyen! Son sus voces luchando por la Nueva Independencia del pueblo colombiano. Y pongan un poco más de atención. Escuchen. Al fondo hay una voz que dice que pronto va a reencontrarse con su perro.
A Yira Bolaños, Prisionera Política que agita sus alas
Suroccidente colombiano, julio 12 de 2011