Por:
Alexander escobar
alexanderinquieto@gmail.com
( CONTINUACIÓN )
Con
esto creo que queda en evidencia mi tragedia. Me está dado desentrañar la
infamia, pero sólo si ello significa que debo quedar en soledad. ¿Puede alguien
acostumbrarse a vivir así? No lo sé. Esa no es mi especialidad. Lo mío son las
conspiraciones, desconfiar de los noticieros, leer entre líneas, y evadir la
manipulación. Sólo puedo afirmar que no existe investigación que hable de mis
hallazgos, o nombre en internet que permita identificarles. De modo que no dedico
tiempo a preguntas existenciales. Me dedico a encontrar algún documento que
pueda asociarse con lo descubierto hasta hoy. No niego que aún carezco de pistas,
pero es claro que el complot existe. Porque la pintura nos está tapando los
ojos, y amenaza también al cineclub. Además ¡yo sé que todo viene del
Pentágono!, y que los tarros de pintura blanca contienen un microchip que
alimenta la base de datos del avión
fantasma…
Y
en nombre de las paredes caídas, de la novia que ya no tengo, de la gastritis, del
semestre que me tiré, de la baja asistencia a cine, y de los graffitis que
vendrán, a partir de hoy denomino a esta infamia de El Pentágono como “La Operación Blancox”. Así lo hice
saber anoche a quien me abandonara en plena investigación, no sé si para
justificar el costo de estar sin novia, o para mostrarme como una persona seria
y con fundamento, o porque no me está dado olvidar con facilidad.
Y
no van a creerlo. Acabo de abrir mi correo, y –¡sorpresa!– en la bandeja de
entrada está el nombre de quien afirmaba no volvería a enviarme “ni siquiera un e-mail”. Tengo las manos
frías. Quizá exista la posibilidad de volver a tener novia y la tragedia llegue a su fin, o a lo
mejor sea la confirmación de mi destino, o tal vez... Bueno, es momento de dar
un click:
Hola:
He leído atentamente tus
conclusiones, y noto que no has logrado descubrir algo de suma importancia: con
la compra de tanta pintura blanca se evidencia el mismo modelo de inversión de
la economía belicosa. Si la guerra gasta el dinero de la educación y la salud
en balas y bombas, “La
Operación Blancox” gasta el presupuesto del Bienestar
Universitario en brochas y pintura.
En resumidas cuentas. No sé
por qué has sido tan tonto y desconfiado. Si hubieses prestado más atención a
mis llamadas, y abierto un espacio para verte conmigo, hoy aún tendrías novia,
y lo más importante, no hubieras desperdiciado varios meses de tu vida
descubriendo que el agua moja, y que en tu caso, también ahoga.
Se despide para siempre, una
colega.
Noviembre 9 de 2010
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